Nuestra crónica de la conferencia sobre el TTIP (IV) Ponencia de Moix
Durante la tercera charla Mercedes Moix puso de manifiesto como el TTIP podría afectar a la sanidad y la calidad de vida de los ciudadanos.
Los hospitales públicos están siendo privatizados por lo que las empresas y fondos que coparticipan y forman parte de esas privatizaciones son las mismas que tienen participación en otros sectores estratégicos poseyendo gran capacidad de influencia. En caso de que un gobierno quisiera desprivatizar esos hospitales esas empresas denunciarían a los gobiernos y el coste de recuperación haría inviable la desprivatización ya que habría que pagar lo que las empresas invirtieron y lo que se supone de lucro cesante, cantidades normalmente infladas desde las compañías para su beneficio. Este es el camino que conduciría a un sistema de salud no universal y privado en donde las personas que tienen dinero tienen sanidad y las que poseen recursos escasos no tendrían acceso a la sanidad.
Otra de las piezas clave en las negociaciones del TTIP es la industria farmacéutica que es el tercer sector industrial. Esto hace que su influencia en las negociaciones del TTIP sea muy grande e importante.
Por una parte, esta industria siempre pide la protección de los gobiernos para poder recuperar sus inversiones en la investigación de fármacos. Realmente esto no es así ya que la mayoría del dinero que gastan es la investigación de un nuevo fármaco está en su publicidad. Por otro lado, piden que el tiempo de duración de las patentes o monopolios sea más amplio (en la actualidad es de 20 años). Otra de las argucias que realizan es que modifican ligeramente el medicamento y obtienen otros 20 años más.
Es un hecho que la Agencia Europea del Medicamento es una amenaza y un escollo para la industria farmacéutica y por lo que intentarán desde sus posiciones de poder manipular, presionar y conseguir acuerdos favorables para evitar legislaciones o requerimientos que reduzcan la rentabilidad de esta industria aunque ello redunde en una mejora y beneficio de la sociedad y sus ciudadanos.
Así mismo, esta industria no quiere ni políticas de reembolso ni que los gobiernos intervengan en las negociaciones, saltando y evitando así todo tipo de control y transparencia. En cuanto a los ensayos clínicos, no quieren que nadie intervenga en los controles de calidad de los ensayos clínicos.
Es importante citar que la información que a los médicos les llega relativa a las consecuencias del uso que un medicamento tiene es subjetiva ya que los informes provienen de otros laboratorios de forma intencionada. Es decir, cuando a un laboratorio el producto de otro laboratorio le perjudica para la comercialización de alguno de sus productos, directamente genera informes desfavorables y realiza campañas de calumnia y desprestigio del otro medicamento. En consecuencia la información es subjetiva, parcial, interesada y poco o nada fiable.
Otros dos aspectos anexos son, por una parte, que quieren intervenir en las decisiones de los políticos a la hora de la tramitación y aprobación de nuevos fármacos, incluso intentando saltarse este procedimiento y control, de tal manera que sean ellos los que tengan la potestad de aprobación escapando al control público. Por otra pretenden establecer un precio único a los medicamentos, de tal manera que ya no dependa de la capacidad económica de los países, por lo que los países pobres no tendrán acceso a esos medicamentos.
De nuevo y una vez más, se pone de manifiesto que cuando una industria como la farmacéutica está interesada en algo, todo se vuelve oscuro, desaparecen las garantías y la objetividad e incluso se producen verdaderas presiones y amenazas veladas en pro del capital, el beneficio económico y en detrimento de los derechos humanos.
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